PROLOGO DEL ANTROPÓLOGO ARTURO MONZON ESTRADA.
“Un reto a la ciencia moderna han sido los jeroglíficos
mayas: numerosos indicios existen de tratarse de una verdadera escritura, es
decir, de ser grafías con significado fonético para constituir formas aisladas.
Abundantes también son los conocimientos que se tienen sobre la cultura Maya,
desde sus etapas más antiguas hasta la época moderna y muy acuciosos han sido
los estudios realizados sobre el idioma Maya; pero, a pesar de ello, ha continuado
siendo un enigma atractivo, misterioso y excitante poder descifrar con
exactitud este legado de una de las culturas más avanzadas del mundo antiguo.
Los escollos que entorpecen el desciframiento de la
escritura maya son múltiples: por una parte las incógnitas, especialmente el
valor fonético de los signos, orden de pronunciación y, combinados, el correcto
significado: equivalencias y correspondencias en épocas y estilos diversos y,
como un lastre aunado, un predominio de métodos carentes de minuciosidad, de
imaginación, de amplios marcos de comparación.
Pero estos obstáculos se salvan, como ha acontecido en otros
terrenos de la ciencia, cuando a ellos se dedica una persona con intuición,
amor por la verdad, disciplina y confianza en su misión. Requisitos escasos
generalmente, pero que han caracterizado a un puñado de estudiosos que han dado
lustre a la Antropología Mexicana. Portadores de una gran tradición, decididos
a esclarecer los problemas científicos que plantea, han hecho valiosas
aportaciones y se encuentran en primera línea en la Lingüística, la Antropología
Social y la Arqueología.
De este mismo rango son, como investigador, el ingeniero
Héctor M. Calderón y, como aportación, su obra.
La “CLAVE FONÉTICA DE LOS JEROGLÍFICOS MAYAS” escrita así,
por su autodidacta de la arqueología, podría ser objeto de crítica superficial
por la terminología y desarrollo temático; pero esto resulta banal frente a la
importancia de sus dos grandes descubrimientos sobre la escritura maya; el
valor fonético de los signos y el orden de sucesión en la lectura, como también
frente a la indudable firmeza en la base de sus razonamientos que prueban que
los jeroglíficos mayas son verdadera escritura. Habrá que coronar
posteriormente esta obra, como el propio autor lo advierte, con un catálogo
detallado de símbolos y significados para llegar a comprender la escritura Maya
en toda su amplitud; pero están aquí los cimientos para esta labor que merece
atención y respaldo firme de todos los antropólogos, especialmente de los
americanistas.
Caracas, Venezuela. Enero 1961.”
PRÓLOGO DEL PROF. DOMINGO MARTÍNEZ PARÉDEZ.
“Desde Landa hasta Yury V. Knorozov, el inquietante misterio
que encierra en sus figuras y signos la criptografía maya no se ha logrado
develar. Se ha intentado, pero no se ha conseguido nada. Es decir, más de
cuatro siglos han transcurrido desde entonces. ¿Por qué? Es la pregunta que
todos hacen cuando cada intento falla, pese a los esfuerzos que van desde la
simple imaginación al uso de poderosas máquinas electrónicas, como la del año
pasado en Rusia. Nada.
Con esto quedan deshechas, pues, totalmente las teorías de
los difusionistas, desde el primer fraile que se enfrentó a los monumentos donde
aparecían cruces y creyó que aquellas eran de origen cristiano – por lo tanto
europeo- hasta Hrdlicka, Paul Rivet y otros muchos más y consecuentemente sus
discípulos y seguidores, que han tratado de probar con argumentos más o menos
sugestivos, que la cultura y la civilización americanas no son nada más que
herencias procedentes de Asia, Europa y África, fundándose con frecuencia en
argumentos bíblicos, como si a estas alturas la ciencia antropológica, sobre todo
la geología y la paleontología, no hubieran avanzado nada.
Al asegurar lo anterior, lo hacemos por la sencilla razón de
que los empeños puestos para descifrar esta escritura maya han sido estériles,
debido fundamentalmente a que se ha pretendido aplicar métodos y sistemas, para
leer los jeroglíficos, que son los mismos que se aplicaron para leer las viejas
escrituras de los pueblos de otros continentes, creyendo infantilmente que esta
cultura maya es herencia egipcia, china o babilónica, y que con ajustar sus grafías
a aquellas, bastaba para hallar la clave de su lectura. Esta técnica ha
conducido invariablemente al fracaso y, así, ha llegado a decirse que es inútil
todo cuanto se quiera hacer en este sentido porque no está la criptografía maya
en el mismo caso que la egipcia.
La inquietud referente a estos enigmáticos signos grabados
en las piedras y en algunos códices provocaron desde un principio el alto interés
de muchos investigadores y estudiosos, que ya para el siglo pasado habían
logrado, en mínima parte, dilucidar algo acerca de los jeroglíficos astronómicos,
calendáricos y cronológicos, pero hasta ahí nada más; aunque no ha que dejar de
agregar que también estas correlaciones establecidas entre el calendario cristiano
y el maya son incorrectas, por ser aisladas y no representar justamente un
todo, en cuanto al registro de los auténticos ciclos cronológicos, debido a que
de toda la cantidad de centros ceremoniales descubiertos hasta la presente
fecha, son pocos los explorados y estudiados. Ahora, en cuanto a la verdadera
clave que permita leer clara y sencillamente, como en la escritura egipcia o
china, los caracteres glíficos mayas, no ha sido hallada aún en forma concreta.
Muchas han sido las proposiciones ofrecidas y podemos considerar a Diego de
Landa como el iniciador de esos intentos en este campo. Y así, Brasseur de
Bourbourg, León Rosny, Tozzer, Beyer, Brington, Bowditch, Seler, Spinden,
Schellhass, Werner Wolf, Eric Thompson y Dnorozov, los más recientes sin
olvidar por supuesto a Franz Thermer de la escuela de Bonn (Alemania), han
realizado iguales ensayos cuyos resultados han sido poco venturosos.
Respecto de los jeroglíficos mayas, se ha dicho que son
ideográficos, iconomáticos, simbólicos, fonéticos, univalentes o polivalentes,
y cada estudioso ha ofrecido su especial versión, opinando cómo deben
interpretarse y cómo deben leerse: de izquierda a derecha, de derecha a izquierda,
de arriba-abajo, de abajo-arriba y, por fin, en forma diagonal. Así se ha
hecho, pero los resultados han sido negativos a la larga.
La técnica seguida para la lectura de los jeroglíficos mayas
ha estado sujeta a la ortodoxia implantada según landa en su obra “RELACIÓN DE
LAS COSAS DE YUCATÁN”, en la cual ofreció un alfabeto de veintisiete figuras y
fragmentos de esa escritura; sobre esta noticia Valentini y Bowditch, al hablar
de ella, la criticaron y llegaron a asegurar que era solamente invención del
fraile. Ellos a su vez, quisieron rectificar y modificar dicho alfabeto, pero
cayeron en los mismos errores, igual que el ruso Yury V. Knorozov, en la
actualidad.
Como las investigaciones precedentes no han contribuido sino
a estorbar más y más la clara comprensión de los jeroglíficos mayas, ahora un
mexicano, el Ing. Héctor M. Calderón, plantea valientemente una sugestiva
teoría respecto a grafías fonéticas contenidas en la estructuración de los
signos jeroglíficos mayas y en ésta, su investigación, nos ofrece una novedosa
forma de interpretar cada signo.
¿Logra totalmente su intento el Ing. Calderón? Asegurar tal
cosa, sería muy aventurado, pero si creemos que con este libro se inicia
francamente una nueva ruta hacia el sitio posible donde radica la verdadera
clave, no tan sólo de la lectura de los jeroglíficos, sino -algo más
importante- su estructura, el modo y la forma de cómo el pintor-escritor arregló
cada grafía para encerrar en ella la magia del idioma, con sus vocablos y
expresiones.
Calderón no se preocupa de lo que los jeroglíficos dicen,
sino de cómo y en qué forma lo dicen… y sus proposiciones son singulares, como
las grafías de las vocales y consonantes que seguramente vendrán a plantear
novedosas disquisiciones sobre el particular.
La lectura de este libro provoca, desde luego, nuevas inquietudes,
porque el sistema adoptado por el Ing. Calderón es inusitado en este tipo de
investigaciones y estudio. Historia, arte, ciencia, filosofía, medicina y
religión, ahí están; pero, ¿quién ha podido decir: esto dice o habla de tal o
cual cosa? Nadie.
Claro, las investigaciones no son totales, pero tienen un
mérito de sugerir nuevas técnicas, sendas distintas y no trilladas; además, Calderón
no se ha encerrado en su torre de marfil, sino que ha acudido a otras fuentes,
antiguas y modernas, y a otros investigadores y estudiosos, con el fin de
consultar, aclarar, rectificar o ratificar sus juicios y teorías.
Así pues, tenemos la seguridad que esta obra no será una más
sobre el reiterado y secular tema de la escritura hierática maya, sino un
verdadero paso hacia la dilucidación de los más apasionantes e inquietantes
enigmas humanos: los jeroglíficos mayas.
¿Cuál es en realidad la importancia de la investigación que
presenta el libro de Héctor M. Calderón? Simple y llanamente, cambiar las ideas
que en la actualidad se sostienen acerca del origen del hombre americano, su
cultura y su civilización.
Con el libro de Calderón, es muy probable que los cánones
históricos referentes a nuestros pueblos ancestrales se modifiquen, que la antropología
americana rectifique sus juicios; pero, sobre todo, resentirán sus efectos la
etnología, la etno-geografía y aún la prehistoria y la protohistoria
continental, porque el día en que se logren leer claramente esos viejos textos
pétreos, sabremos al fin sin en verdad fueron autóctonos de América los hombres
mayas, su cultura y su civilización.
México, D. F., marzo de 1962.”
Tenemos disponible en formato PDF o fotocopiado.
Ambos cuesta: $500.- pesos Mex. (30 dólares) (25 Eur.)
Separado: Clave Fonética o Ciencia Matemática de los Mayas cuesta: $250.- c/u (15 dólares) (12 Eur.)
Pedidos por correo: arteyculturamaya@yahoo.com.mx
Ver biografías: http:// arteyculturamaya.com.mx/ frameset.php?url=%2F62512_S EMBLANZAS-.html
Ver biografías: http://